El TeA 13

No pensé en ello hasta el final. Nunca creí en profecías ni maldiciones, ni tampoco en las ta traídas manías o supersticiones. Pero parece que debo cambiar el chip. Porque no todo salió como debía ni los cálculos temporales nos hicieron justicia. Las buenas y malas críticas por correo de espectadores amigos o no confirmaron algunas situaciones y alentaron otras. Aunque siempre el contenido pesa más y es lo que sobresale.

Consideran que el 'esperador' se acelera en soledad entre tanta noticia, insolitez y fama a cuestas. Normal. Es lo que tiene el verse en medio de la nada sabiéndose acompañado del otro lado. Los tiempos se te escapan y el espacio-ídem te sobrepasa. Pero cuando llega la brisa fresca de gente con talento e historias que contar, todo lo compensa. Chabela y Marina traspasaron la frontera de la verdad de Cantabria Acoge, una ONG con solera y buenas acciones como garantía. Con ellos los inmigrantes son más, pero en el buen sentido de la metáfora. La charla fue fluida y entrañable, y sus sensaciones sorprendentes. Sólo podemos decir gracias infinitas.

Calzarse las albarcas sin complejos siempre es un lujo. Más de la mano de Cristina Pelayo, una cántabra de pro que nos conduce por lo mejor de lo rural. Con sus cambios, gentes, costumbres, sentidos, palabras... Hoy Miera fue el destino con su evolución trágico-tursítica. En fin, lo que tiene esta Cantabria nuestra.

Y el cierre en materia joven, con datos frescos sobre la cruda vivienda, que nos hace no tener vida para vivir. Antisentido. De la mano de jefazos de la cosa juvenil (Eugenia Gómez de Diego, Jesús San Emeterio y Javier Igareda) vimos que el panorama es casi desolador. Y por mucho que aspiremos en resumidas cuentas al alquiler la cosa se pone malita de sana, sanita. Nada que ni un minipiso pueda remediar.

Para el cierre, más que palabras: Palabrerío. Me quedo con eso de que algunas siguen recordando para bien los besos de los ex. En fin. Espero que alguien recuerde tal cual un programa así. El número 13.